Estudios científicos recientes nos muestran que la salud emocional está estrechamente ligada a la salud física, ya que a través de ella el cuerpo humano es capaz de regenerar sus células de manera más ágil.
Hoy en día es difícil encontrarnos con mensajes que hablen de salud emocional. Generalmente nos encontramos con el término bienestar, que suele tener una mejor acogida, pero que aleja de la precisión de la función que tiene la emoción en nuestro organismo.
Hay corrientes que explican las emociones diferenciando las emociones positivas y negativas, vinculando el bienestar a apropiarse de algunas emociones que, a priori son más agradables y a desechar otras que puedan resultar más desagradables.
La perspectiva biológica
Me gusta vincular la Psicología al campo de la Biología. Comprendiendo la estructura cerebral que tenemos los seres humanos podemos entender con mayor precisión el funcionamiento de las emociones.
La emoción la concibo como una interpretación que las personas hacemos de las reacciones físicas que suceden en nuestro cuerpo. Tienen una función reguladora: buscan informarnos sobre cómo relacionarnos con los estímulos del entorno.
Dependiendo de cómo nos relacionemos, el organismo se relaja o se tensa, lo cual no existen emociones positivas ni negativas, sino reacciones físicas adaptativas al entorno.
La salud emocional la entiendo como un estado de equilibrio resultante ante la realidad, independientemente de cómo sea esta realidad. El bienestar, sin embargo, busca crear estados de equilibrio queriendo cambiar aspectos de la realidad (excluyendo aquello desagradable).
¿Por qué vinculo la salud a dejar que la realidad sea tal y como es?
Suelo apoyarme en la teoría de McLean sobre el cerebro triuno, que muestra que nuestro cerebro tiene tres funciones muy diferenciadas entre ellas: la instintiva, la emocional y la intelectual.
Estas funciones están repartidas y lideradas por tres regiones que, a pesar de estar interconectadas, tienen el foco de su función muy delimitado. Es trabajo nuestro ver cómo agrupar los tres grandes grupos de información, para encontrar una gestión adecuada con la realidad.
De las tres regiones cerebrales existe una que tiene un procesamiento más directo: la reptiliana o instintiva. Es un área que funciona de manera mecánica y se encarga de las funciones básicas de supervivencia. Si tuviéramos esta región atrofiada tendríamos serias dificultades para sobrevivir y, probablemente, precisaríamos de asistencia.
El conflicto ocurre entre las regiones mamífera e intelectual (emoción y razón).
Ante los momentos vitales, se suelen producir choques entre la información de las reacciones físicas (cerebro intermedio) y la información sobre sus interpretaciones (neocórtex). La primera procesa tomando la información del momento presente y la segunda en función de la memoria pasada y anticipando posibles escenarios.
Como verás, son dos formas muy diferentes de procesar la realidad. Hablar sobre salud emocional implica también hablar de salud cerebral o “salud mental”, que también tiene mala prensa al ser directamente vinculada a la enfermedad mental.
Remitiéndome a mi práctica profesional
Una parte importante del trabajo psicoterapéutico tiene como objetivo la parada técnica, donde papel de la respiración y del estado de vacío es muy importante.
Esta parada permite desarrollar una meta-posición (un lugar simbólico para verse en perspectiva) que permite observar (tomar consciencia) estas tres maneras de procesar la realidad y aprender a familiarizarse con ellas.
Otra parte, el descubrimiento de los lenguajes de las regiones cerebrales.
Es fácil entender el lenguaje del pensamiento que produce nuestro Neocórtex, sin embargo, el lenguaje del cerebro intermedio obliga a desarrollar la observación y consciencia del cuerpo, reaprendiendo a reconocer dónde y cómo se suelen situar las reacciones físicas.
Y a partir de aquí, tiempo de entrenamiento. El que requiera la persona, respetando su particularidad y su forma de aprender.
0 Comments