Que la fuerza nos acompañe

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Durante mi formación como psicoterapeuta tuve la oportunidad de conocer en 2005 a Juanjo Albert, un psiquiatra que vino a Barcelona a hacer un taller sobre la estructura del carácter y que recogía el trabajo de Wilhem Reich sobre la Bioenergética.

El taller duró alrededor de cuatro o cinco días y ahí aprendí a tomar conciencia de mi cuerpo, ya que los ejercicios que practicábamos se dirigían a sostener el dolor a partir de poner el cuerpo al límite (al menos es como yo lo vivencié).

Entre los ejercicios se realizaban dinámicas donde se profundizaba en conceptos teóricos y se atendían todas aquellas dudas o dificultades que surgían del trabajo. De entre ellas salió una y que a día de hoy sigue haciéndome reflexionar.

Se trata de la palabra fuerza.

A simple vista es una palabra que todos entendemos y que sabemos lo que significa, sin embargo este profesor se dirigió a la clase y nos dijo que en todos estos años de ejercicio profesional (y creedme, son muchos) no había conseguido encontrar una definición que a él le encajara como aceptable ante esta palabra.

Y recuerdo que varios hicimos un intento y tan sólo se llegó a ubicar un significante apropiado a aquella famosa frase: «que la fuerza te acompañe».

Ahora y después de un tiempo, veo la fuerza como una sensación que está conectada al amor, a la entrega y a la aceptación y que nace al acoger lo que viene mirándolo de frente y que se carga sosteniendo (y por tanto, respirando) el miedo ante lo desconocido, sin juicios ni valores.

Haciendo esto, se obtiene una energía extra (una energía de vida muy alta) que nos acompaña y empodera con contundencia durante el camino que dirige al logro de nuestras metas. Para mí, eso es la fuerza.

Os vuelvo a mostrar la poesía de Pere, que añadí hace un tiempo en el blog y que define perfectamente el resultado del contacto con la fuerza. No tiene desperdicio, os la recomiendo.

Toca la fuerza con música de piano percutivo,
Puños fuera y los pies rompen la tierra,
Canto con palabras desapalabradas,
Con silencios que gritan suspiros que aspiran a mover velas,
Marinero de olas silvestres,
De ríos que cultivan fresas,
De montañas que derriban muros,
Sangre de linternas que enrojecen en mañanas rocieras,
Extracto de boxeo teñido de malva,
Tren de medianoche con el sol de la mañana,
Mañana llena de estrellas,
Constelaciones de luciérnagas que escalan montañas sin suspiros y nieves deslizantes,
Nieve, que canta sin espanto y desliza por el río monte arriba, como entraña sobrevuela el mar de nubes,
Nubes sobre el sol,
Nubes bajo la tierra.
Lienzo de colores sin colores,
Daltónico que todo lo ve,
Esperanza verde de color anaranjado,
Piel sin poros transpirable,
Alma de noche,
Luz de día,
Cordillera de mares y océano de glaciares.
Color de viñas,
Borrachera de senderos

El autor/La autora

Miguel Martín

Llevo 15 años acompañando a personas y organizaciones en procesos de transformación y empoderamiento. He trabajado en estrecha relación con proyectos ligados al desarrollo social. Como director de Formaser, mi propósito es ayudar a construir espacios sostenibles de bienestar en el campo profesional.

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