Hoy os voy a hablar sobre la manera que considero más saludable, a la hora de plantearnos nuevos proyectos.
Es fácil llegar a plantearnos nuevos proyectos, aunque ya es más difícil generar aquellos en los que nos sintamos en conexión con el momento en el que nos encontramos.
¿Y cómo podemos encontrar un proyecto que se ajuste a la situación que atravesamos?
Normalmente, a la hora de construir nuevos proyectos, nos dirigimos a nuestra parte racional, a rebotarle la pregunta. Es como si dijéramos: “mente, dame la respuesta, necesito un proyecto que me dé beneficios y que me los dé ya!”.
La mente, entrenada por nosotros desde pequeños, es capaz de desplegar gran cantidad de recursos estratégicos para encontrar ideas productivas que encajen con lo que vemos, de una manera óptima.
La limitación que nos encontramos es que la mente no es capaz, por sí misma, de encontrar los sentires que acompañan al proyecto, para que éste nos satisfaga a nivel personal.
Obviamente, vamos a necesitar dirigirnos a nuestra parte emocional, con el fin de detectar cómo son nuestros sentires, para tenerlos en cuenta y así establecer una dirección adecuada a nuestro propósito.
Si conseguimos conectar nuestro sentir a nuestro hacer, actuamos de tal manera en que nos encontramos tranquilos y en armonía, obteniendo la tan preciada salud psicológica.
Por tanto, el proceso se revierte reformulando la anterior pregunta… ¿Qué es lo que siento que me hace crecer en el momento en el que estoy?
Es importante estar atento cuando uno se hace esta pregunta. La mente, habituada a dirigir nuestro movimiento, suele dar muchas respuestas de golpe, lo importante es poner la atención en nuestro cuerpo, en cómo respiramos y en cómo son nuestras sensaciones.
El objetivo no es más que encontrar una pequeña “brújula” interior, mediante la cual, cuando estamos conectados sabemos, por nuestro sentir, lo que nos satisface o lo que no nos satisface y nos impulsa a hacer nuestro camino al andar.
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