Dignificar a nuestros mayores

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Hace varios años que imparto docencias dirigidas a profesionales que trabajan con personas mayores, en la mayoría de los casos con algún grado de dependencia.

Os aseguro que hay infinidad de profesionales que trabajan con gran implicación, a pesar de lo poco acompañados que están por nuestra Sociedad, ya que se rigen por un Convenio Colectivo bastante complicado y ejercen bajo unos protocolos que dificultan una mayor atención centrada en la persona.

Vivimos en una Sociedad en la que priman los resultados, los logros y los objetivos. Las personas mayores, si bien tienden a seguir creciendo a nivel personal (pues es algo común por el simple hecho de ser persona), viven deterioros de determinadas áreas de capacidades físicas y/o psíquicas. Todo ello conlleva a reducir su tiempo de reacción y su movimiento de vida.

El ritmo de vida cada vez es más lento para una persona mayor. Por lo que he observado y me ha sido mostrado por grandes maestros de vida (así he aprendido a llamar a los mayores), la vida pasa a un estado de contemplación donde lo más importante es el darse cuenta de estar presente en una vida indeterminada y colorearla con sus verdaderas motivaciones (la familia, sobretodo).

En muchas ocasiones y dada la potencia de determinados procesos que emergen de distintos maestros de vida, existen profesionales que deciden traspasar las barreras que imponen los sistemas y entran en contacto con las personas a las que intervienen, emergiendo cantidad de procesos que mueven y conmueven a estos profesionales.

Es en este punto donde no existe un amparo a este colectivo. Se sobreentiende que si un profesional cumple y sigue los protocolos que el centro exige, está totalmente cubierto y protegido por el sistema, sin embargo, en muchos casos, esos protocolos no contemplan el desarrollo de la persona mayor y sí que contemplan unos objetivos de realización de las tareas diarias, bajo los principios de eficacia y eficiencia.

Ante este sistema de trabajo, si un profesional decide entrar en contacto con un maestro de vida y no sabe cómo sostener la problemática que vive, tiene que aprender a resolver solo lo acontecido. Es difícil. Cada vez hay más personas vinculadas profundamente con personas mayores y que requieren una verdadera supervisión centrada en la persona, porque en la intervención pasan siempre cosas nuevas que requieren de una atención.

Así protegeremos a quienes cuidan nuestros mayores: padres, madres, abuelos, abuelas, amigos, familiares…

Sería interesante configurar de nuevo el sector, para acompañar a nuestros mayores a la contemplación personal y única de la vida.

Por cierto, hablando de mayores, ¿Os habéis dado cuenta de cuántas veces se pronuncia la palabra vida en el post?

El autor/La autora

Miguel Martín

Llevo 15 años acompañando a personas y organizaciones en procesos de transformación y empoderamiento. He trabajado en estrecha relación con proyectos ligados al desarrollo social. Como director de Formaser, mi propósito es ayudar a construir espacios sostenibles de bienestar en el campo profesional.

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